¿Quién fue
esta ecuatoriana que no solo murió en Cuba, sino, además, decidió que parte de
sus cenizas descansaran para siempre en esta tierra nuestra?
Nela Martínez
Espinosa nació en una familia terrateniente y de firme tendencia conservadora.
Muy niña aún descubrió la gran pasión de su vida, la lectura, la cual le daría
una visión muy clara de la situación de exclusión y pobreza en la que vivían
millones de seres humanos. Así despertó su espíritu rebelde y
justiciero.
Con solo 20
años, en 1932, instalada en la ciudad de Atocha, donde trabajaba como maestra en
una escuela nocturna para niños pobres, participó en una huelga general de
trabajadores y se integró a un pequeño núcleo del Partido Comunista. Era la
única mujer entre ellos. De esta forma comenzó su larga carrera de luchas por
los derechos laborales de los pueblos indígenas y de las mujeres. Nela queda
desde entonces intensamente comprometida con los reclamos de justicia
social.
Fue fundadora
e iniciadora de organizaciones y movimientos en su país natal. El 28 de mayo de
1944, durante la ola revolucionaria que se produjo ese año, y ante la ausencia
de dirigentes que junto a estudiantes y trabajadores marcharan a la sede de
Gobierno, Nela avanza con ellos y toma el Palacio Presidencial. Allí recibe las
armas de carabineros y militares en señal de rendición y permanece en el
Palacio, a la caída de Arroyo del Río, durante cuatro días. Desde esa posición,
condujo el país y ordenó la liberación de los presos políticos.
La traición
hizo que Nela abandonara la casa de Gobierno. Mujer de una raigal integridad,
rechazó todo ofrecimiento de cargos públicos por parte del nuevo presidente José
M. Velasco Ibarra y le expresó al mandatario: «…espero que cumpla con su deber
como yo cumplí con el mío».
Momento de
una vida
En 1945, Nela
se constituyó en la primera mujer en llegar al Congreso Nacional como Diputada
por elección popular. Un año después, y en representación de la Alianza Femenina
Ecuatoriana, viajó a Guatemala, al Congreso Internacional de Mujeres
Latinoamericanas, donde por primera vez las mujeres condenaron la fabricación y
uso de la bomba atómica. En ese país permaneció un año, colaborando en la
organización de las guatemaltecas en la conformación del Partido
Comunista.
Al año
siguiente dedicó sus esfuerzos a recorrer Centroamérica, dictando conferencias
con la finalidad de organizar a las mujeres. París la recibió en 1949, como
delegada al Primer Congreso por la Paz.
Aunque en
1956, Nela se retiró de las filas del Partido Comunista de Ecuador, al no
aceptar la decisión de esa organización de impedirle militar por un año,
continuó su quehacer rebelde y solidario. Luchadores españoles y guatemaltecos,
así como miembros del Movimiento 26 de Julio, encontraron, junto a la tenaz
revolucionaria, abrigo seguro.
Cuba y su
Revolución en Nela
En la isla
rebelde, Nela Martínez Espinosa sintió materializados sus sueños de libertad.
Emma Ortega, quien fuera su secretaria privada, además de nuera, evocó hace
algunos años, en un encuentro que sostuvimos en Caracas, el fuerte nexo de amor
y respeto de Nela hacia Cuba, la Revolución y sus líderes.
«La amistad
y, sobre todo la admiración que Nela practicó hacia la Revolución cubana, sus
héroes y heroínas, porque estamos hablando de Fidel y Vilma, la máxima
representación de las mujeres cubanas, es una admiración que nace de la
identidad ideológica, de la identidad política. […] Admiraba muchísimo a este
pueblo por su inteligencia y valentía. Ella se sentía en una patria grande en
Cuba.
«Nela estuvo
muy vinculada a Cuba. […] Yo pienso que entre ella y Vilma había mucha amistad y
un trato muy especial de una hacia la otra.
«Cuando en
1983 se constituyó el Frente Continental de Mujeres por la Paz para acompañar
los procesos liberadores de Centroamérica, sobre todo el de Nicaragua, yo era su
secretaria en ese entonces, y Nela, la secretaria del Frente en nuestro país. A
las reuniones internacionales me cabe la satisfacción de haberla acompañado y
siempre ella se entrevistaba con Vilma. Yo vi respeto mutuo entre ellas; eran
como unas hermanas, porque hasta coincidían en las palabras, en las expresiones
de cómo analizaban los problemas de todos los países, y cómo había una
coincidencia, una fidelidad y un respeto absoluto de una con la otra».
Emma Ortega
en la actualidad preside en Ecuador la Asociación de Mujeres Nela Martínez y
atesora vívidos recuerdos de las dos luchadoras latinoamericanas.
«Cuando Vilma
visitó Quitó, lamentablemente fueron pocas ocasiones, de donde estuviera iba a
saludar a Nela a su casa, a conversar con ella, a decirle: ¿Cómo estás Nela?
¿Qué podemos hacer por ti?, porque, claro, ya iba envejeciendo, agravándose su
problema de salud y Vilma le aseguraba: siempre estamos acompañándote, pensando
en ti.
«Eso es lo
que queda en mi memoria: esa fraternidad, esa hermandad revolucionaria, esa
fidelidad; y no puede ser de otra manera, porque de por medio están los
principios, los que nos hacen hermanos y hermanas».
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